Ayer me crucé con la muerte, me miró fijamente y me hizo un pequeño gesto de amenaza, yo, asustada le pregunté que le pasaba.
Detrás de mi había un esqueleto cubierto con una especie de túnica y una guadaña tirada en el suelo, y delante de mi un espejo.
Todo esto no era fruto de mi imaginación, se que dentro de mí había algo que fallaba.
Tenía que hacer algo inmediatamente antes de que me alcanzara, sé que una visión o algo que parece extraordinario era una enfermedad mental y acabará desarrollándose inevitablemente, no se queda estancada. En el caso más extremo, el horror me llevaba a accesos de ira furiosa, en esos momentos de crisis, de alteraciones hacia arriba o hacia abajo, tenía la voz llena de odio y rabia.
Si se lo contaba a alguien, era frecuente que mi cabeza me frenara diciendo; '' va a pensar que estoy loca'' , ''no me va a creer'' o ''no sé por donde empeza''.
Estaba decidida, rompí el espejo con toda mi ira y con ello todos lo problemas que sometía a reflejarme.