Lo que me torturaba horriblemente era la sensación de que todo me era extraño, sentía como si la vida se esfumara y yo me fuera con ella.
Tenía pensamientos a mil por hora que no me dejaban respirar, sensaciones por todo mi cuerpo y un cosquilleo tremendo, supe lo que era la palabra amar, supe lo que era la palabra libertad.
Ahí sentí el placer extremo.
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